Descripción
En la ciudad encontramos varios discursos: el discurso del orden, dado por el Estado a espacios y actividades; el discurso del poder, dado por las relaciones de fuerza instaladas; el discurso de la diferenciación, dado por su propia calidad urbana. Existe entonces un discurso urbano, legitimado socialmente, en el que la ciudad “nos habla” para expresar orden, poder y diferenciación.
En esta lógica se fomenta un modelo de ciudad como espacio de negocios que acentúa las diferencias en el derecho que tienen a ella los distintos sectores sociales.
Estos procesos generan en la ciudad nuevas relaciones entre espacio, poder e identidad y se expresan mediante símbolos, entendidos como elementos materiales que comunican ideas o valores para ordenar y configurar el territorio, la población y las inversiones. De modo que el símbolo constituye uno de los factores de diferenciación de lugares que contribuyen a construir identidad, cultura y ciudad. En esta construcción se generan relaciones de poder y de mantenimiento de las relaciones que sostienen ese poder, organizadas en sistemas conectados por una secuencia de símbolos que se entrecruzan y articulan entre sí. Y el espacio urbano expresa tales divisiones físicas y simbólicas.