Descripción
Este libro sí que es cosa seria. Su idea original consistía en el análisis de cómo operó el humor político en los últimos tiempos. Pero Max Delupi, apasionado y talentoso como es, se entusiasmó y viajó hasta el fin de los tiempos para hacer un recorrido por las formas en que los argentinos utilizamos la risa, la sonrisa, la ironía, la burla y lo grotesco como armas poderosas, cómo construimos identidad y acumulamos legitimidad (o deslegitimamos al oponente) a través de un género artístico. Su hipótesis es más que interesante: “El humor político vuelve a aparecer cuando la sociedad empieza a hablar de política otra vez. Pero eso sí: vuelve casi desde cero. Ya no están los humoristas que tenían un prestigio y que habían construido una carrera dentro o fuera del humor. No está Discepolín, no está Tato; los que recuperan el humor político tienen que empezar todo de nuevo. Y ahí hay un punto muy particular: el que empieza de nuevo, no tiene nada que perder y, por lo tanto, su discurso se radicaliza, va todavía más al hueso”. Y desde ese lugar, desde un nuevo principio, es que el espadachín humorista ya no se dedica a caricaturizar a las figuras humanas sino a herir a los sistemas de ideas. El humor, entonces, se vuelve campo de maniobras de la batalla cultural en nuestro país.