Descripción
Las obras de arte no nacen de un repollo. La singularidad artística es un producto histórico-social como cualquier otro bien de la cultura humana. Los materiales triviales, los colores pastel, los brillos; la belleza, en fin, de lo cotidiano vulgar que el Rojas volvió legítima no surgió naturalmente. Se impuso contra el tono engolado de la transvanguardia, o la trascendencia agujereada del realismo con sensibilidad política. Estos artistas cometieron herejía, desacomodaron. Mariana Cerviño explica el surgimiento de esa singularidad. Y lo hace en la mejor tradición de la sociología, historizando y comprendiendo que los seres humanos hacen su propia historia, pero no la hacen bajo circunstancias elegidas por ellos mismos. Por eso puede dar cuenta de la experiencia homosexual de fines de la dictadura, enlazándola productivamente con la condición social de recién llegados al mundo de la cultura de los artistas más dinámicos del Rojas. Y así entender que estos outsiders entablan con la cultura una relación de afecto, ya que les resulta un “refugio donde sobrevivir al sentimiento amargo de la soledad, de la injuria, para paliar en parte el sufrimiento que en tantos casos se llevó directamente la vida”.
Lucas Rubinich
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