Descripción
Es la poesía de estos relatos lo que epifanía o tenebrosidad mediante, atraviesa paisajes y personajes y situaciones para sorprendernos -la imagen podría ser de Pagés- al dar vuelta una esquina. Esa poética sabe manifestarse con furtiva exactitud para solapar mejor el momento en que interrumpan sus sorpresas, de manera que a la par que una envestida feroz se modere sin énfasis ni golpes de efecto, por contraposición el resto, lo trivial u ordinario, adquiera el amenazador viso de un mundo donde pueda esperarse en cualquier momento la irrupción de lo que en cuestión irrumpió. Como en toda buena narración en primera persona, los narradores de Pagés -aunque asuman el carácter de simples testigos- son siempre el personaje principal. Incluso cuando desaparezca bajo las vestes de un cronista desapasionado, todo estará cifrado en su dicción, en la voz de su mirada digamos en la observación siempre ladeada con que algo se nos describe, o en la voz de su oído, que sabe transcribir con certero ajuste un diálogo. Y hay en esa voz una fascinante inocencia, una ingenuidad a veces cómica, pero más a menudo atónita, consternada, una inocencia escandalizada ante las raras manifestaciones del mundo.