En un puño oscuro

$9,360.00

Entre imágenes, los poemas de Schmidt se mueven naturalmente. Le letra, fluye, pasa, pero deja la huella de un cometa, exactamente en la retina. Schmidt construye con palabras como los impresionistas construían con la luz: sus poemas se arman sobre imágenes concretas que a la vez son fluyentes, transitorias. Es el deleite de su estilo.

Agotado

Descripción

No fui a fijarme cuánto había de reescritura en esta segunda edición del En un puño oscuro, que fue publicado en 1998 y se reedita ahora corregido, según se informa debajo del título. Está claro que hay que tomarlo como un nuevo libro, un libro distinto. Y a la vez un libro permanente, puesto que un Schmidt de hoy corrige al Schmidt de ayer, aumenta, tacha, pero no modifica cuestiones que son las mismas en el Schmidt de siempre. Su lirismo reflexivo estructura este libro: su reflexión paradojal, sus contrastes y su poder de concreción de realidad y beatitud.

La primera cuestión de las que hacen lo que suele llamarse una “voz” tiene que ver –en el caso de Schmidt– con seguir un símbolo, una metáfora o un acontecimiento de verdad, hasta disolverlo en su contrario y, con la nueva masa, trabajar una idea que se evapora y a la vez se queda. Quiero decir con esto que si escribe “luz” –y la escribe muchas veces– no da por sentado que la luz significa la parte buena de cualquier cosa, o la esperanza, o la claridad conceptual, o el calor y la dicha, solamente. Cómo funciona esta máquina lírica y mental se puede ver precisamente en el poema titulado “Sol”, que refiere a un corte de luz. El personaje de Schmidt no solo comprende en esas circunstancia que “la oscuridad está siempre tras la joyas”, sino algo más: un desvanecerse, podríamos decir, de las cosas, un no ser que la luz acarrea. Desde el comienzo sabremos, además, que el puño oscuro que da el título al libro es el que encierra “la más bella luz”. El tema es la luz, si tenemos que buscarle un tema a este conjunto, pero una luz aliada con la sombra, abrigada de sombra; la luz del juicio (como sugiere el primer poema) y, muchas veces, la luz del engaño y de la ilusión.

Sabe Schmidt que el hombre es un misterio para sí mismo. Para los demás, se trata de mucho más que eso, es un mundo, una geografía oculta, donde rara vez entra la luz, y cuando entra, es para desconcertarlo y desconcertar.

Otro tema o subtema simbólico, mitológico, trenzado con el de la luz en este libro es el del renacimiento. El antiguo asunto del rosal en las ruinas, el brote, el pájaro que regresa. Si Schmidt debe hablar de una vida –eventualmente la suya– dirá: Tuve un sueño en donde / estaba toda mi vida / aparecía una piedra / otra y otra piedra // también / volaba un pajarito.

Entre imágenes, los poemas de Schmidt se mueven naturalmente. Le letra, fluye, pasa, pero deja la huella de un cometa, exactamente en la retina. Schmidt construye con palabras como los impresionistas construían con la luz: sus poemas se arman sobre imágenes concretas que a la vez son fluyentes, transitorias. Es el deleite de su estilo.

Jorge Aulicino



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