Descripción
Frente al fracaso del mito de la razón, las dos figuras estudiadas por Revol se sitúan fuera de la historia y de su sentido –que es la forma más persistente de dicho mito. Blake, por su lado, mediante un intento de retrotraerse a un estado no escindido, no dividido entre naturaleza y cultura, traza una crítica de los hechos objetivos del presente reivindicando esa hipóstasis de la unidad que llamó imaginación. Sade, a su vez, negaría los conceptos míticos de la historia –el progreso, el sentido desenvolviéndose en la teleología del espíritu– a través de un materialismo que Revol califica de absoluto, fuera de toda dialéctica y por lo tanto presa del “nihilismo más sombrío”. Así, mientras Blake se aferraría al fondo común de la infancia humana, unidad de los hombres antes del habla, estado de indigencia que es pura potencialidad y que permanece como división originaria en cada cuerpo ya dentro de una lengua y una cultura dadas; Sade, en cambio, habría profetizado la historia material, no progresiva, es decir, las catástrofes con que la época contemporánea llevara el cuerpo al lugar de la cosa, lo mismo que había hecho con la naturaleza dominada, metonimias de lo disponible para ser usado, reemplazado, descartado.
En estas abruptas adjudicaciones de sentido, en esta operación interpretativa binaria donde la oposición entre lo primitivo y lo moderno sirve para postular un estado trágico de la modernidad, Revol manifiesta una de las posibilidades del ensayista como tal: el pensamiento por imágenes, que están en la base de la argumentación y no son su resultado. No se trata de alegorías adheridas a una demostración previa y puramente conceptual, sino que son el origen siempre ambiguo de lo que el ensayo desplegará luego como argumentación de ideas que incrementarán la fuerza de las imágenes.
(Silvio Mattoni)