Descripción
Estos poemas respiran, fermentan. Rumian, como bestias en un hotel de paso, ardidas del mero morder el polvo y de esa abismal gula del vacío.
¿Quién escribe? El hambre. Acá no hay letra, hay dentellada, estos poemas son dados de sangre rodando a la deriva. Una prepotencia verbal en la que nada sobra, una erótica delicadamente liberada, una fermentación de experiencias entre los pistones.
Acá hay todo que perder: el poeta se deshace, es del puerto y nace con el viaje puesto, y al ritmo de los tangos de un padre que se llama Roberto del Mar compone los poemas con arreglo a una respiración ambulatoria, un jadeo del tránsito. Viaje de la palabra por ese vértigo que llamamos “tiempo”, el tiempo de la palabra, única agua posible sobre un manto de cólera.
Este libro-bitácora contiene las singladuras de ese viaje: deriva, timón de rumbo firme, deriva otra vez, al deseo de los vientos que soplan de adentro: dicen que hay oro al fondo del deseo. Sí. Pero estos poemas también escuchan el mundo, rugen afuera, adonde siempre está lloviendo en otro idioma, como si pudiera capearse una tormenta que llega antes, o después, o en el ojo de una tormenta.