Descripción
La contraposición constante, irresoluble, entre lo vivo y lo inerte recorre las narraciones que integran Carnes y estatuas – Los cuerpos en la historia. En estas, Barra Ruatta no solo da cuenta de las tensiones inscritas en la vida cotidiana y las disputas entre poderes desproporcionados, sino que también habla de complicidades insurgentes, de abrazos, roces y caricias. Asimismo, delinea un itinerario que es un verdadero viaje sensorial, aunque no exento de consideraciones ideológicas, acerca de lo sentido, de lo vivido en su máxima potencia. A continuación, incluimos un fragmento:
“El miedo que me inspiran las estatuas deviene de la ególatra pretensión de los escultores: hacernos creer que sus estatuas son copias sublimes y vivientes de la realidad, cuando en realidad no son más que remedos siempre imperfectos de lo real que, ¡felizmente!, habrá de permanecer inaprehensible por siempre, en su misteriosa pulsación vital, a la vanidad del artista. Tengo miedo de esos monstruos gélidos que intentan momificar la vida, porque sé que ella está hecha de un material sutil, frágil, volátil, vulnerable, perecedero”.